Mi gramo de fe

Ayer Pony  nos volvió a tocar con unas canciones que aún no se despegaron del surco, y Bravo con otras tantas que lo hicieron tanto que desde ellas ya no se ve el disco. En medio, en el papel de Troposfera,  un trabajo inmenso que dignifica cualquier resultado y de paso a todo lo que la sombra de Sierra Morena cubriese si el sol saliera por el norte.

Manola, "Pony Bravo entre el público y la pared", Teatro Central, Sevilla, 2010Manola, «Pony Bravo entre el público y la pared»,
Teatro Central, Sevilla,  2010
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La incontinencia creativa favorece la dispersión y esta —incluso con predisposición— no es de fácil digestión para un público saturado de sí mismo, que ruega, sin clamar, concreción. Multipliquemos la dosis necesaria de ungüento digestivo —si como en el caso que nos ocupa— a la creatividad colectiva le sumamos las individuales. Podrían parecer ponys distraidos. Yo he preferido verlos bravos justificadamente dispersos.

Un nuevo ejemplo de  asincronía temporal entre artista y paciente: el primero, con velocidad natural de rayo, inmerso  en un proceso infinito de autocreación —del que por definición se desconocen sus fases, si las hubiera—; y el segundo, a reloj parado, deseoso por revivir la gran sensación a cualquier precio (que no sea monetario) —como quien activa el repeat 1 después de descubrir su nueva canción favorita—.

¿Cómo pedirle al primero que se convierta en loro, o al segundo en ornitólogo, sin estropear el invento?

La primera solución posible pasa por esperar que el artista en un gesto de generosidad consigo proyectada al resto pulse el pause durante el tiempo necesario para completar la digestión de la araña. La segunda, minoritaria y exclusivista, consistiría en doctorarnos en Ponybravura, lo cual resulta lo suficientemente artificioso y pedante como para negarnos a que este propósito suplante a lo más dificil del mundo. La última —y en realidad, creo que única solución— sería aguardar a que el tiempo y su mala memoria filtre toda la nata que viste al pastel. Sólo entonces artista y paciente se harán justicia mutuamente.

Mientras tanto resulta inevitable concederles con sumo gusto mi gramo de fe.

Bravo, Pony.

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